En 1928, con diecinueve años, John Glassco escapó de Montreal y del despotismo de su padre para ir a Montparnasse. Allí permaneció despreocupado, disfrutando de cada minuto hasta dilapidar por completo su dinero y su salud. Con un humor y un candor deslumbrantes, las memorias de Glassco poseen la ló...