“Una noche sin sombras” tiene elementos que recuerdan a “El niño 44”, o a una entrega de Bernie Gunther. Como en la mejor novela negra escandinava, lo que sobresale es el trasfondo de denuncia social y la profundidad psicológica de los personajes. En esta ocasión, cuando Wolfgang Berger aparece asesinado, Judith Krieger y Manni Korzilius se verán envueltos, junto con su equipo, en una investigación donde, a medida que los días pasan, surgirán nuevas incógnitas y otros sucesos, no menos graves, dificultarán el caso. Así mismo, durante la investigación se pondrá en evidencia el mundo de la prostitución -que aún siendo un oficio normalizado, sobrevive no exento de problemáticas, ni de susceptibilidades, al margen de la ley-, la trata de blancas, y la violencia de género, en su complejidad para identificar y definir la víctima del maltrato. En este título destaca una trama más complicada y elaborada, una inspectora Kreiger con una personalidad más marcada, competente, y por ende más convincente. A ello se suma la forense Yekaterina Petrova, con una vida llena de fantasmas vinculados a la Rusia soviética. (Dolors Martínez Galeote)
hace 13 años