Cuando se tiene un ejemplar de La joven durmiente y el huso entre las manos, uno piensa... ¡qué gran regalo! Aunque es un librito corto, el primor se respira en cada poro del volumen: la tapa dura, las hojas de papel satinado, la sobrecubierta transparente que dialoga con la impresión sobre el cartoné, las ilustraciones, de Chris Riddell, que pueblan todas las páginas... un objeto físico que gusta tener, en definitiva. Entrando en la historia, propiamente dicha, es esta una reformulación del cuento de la Bella Durmiente, con un ensamblaje tan aventurero como mítico y fantasioso. Tiene entre sus puntos fuertes el que la historia venga de la pluma de Neil Gaiman —lo que hace de La bella durmiente y el huso un inevitable entre los seguidores del autor— y el protagonismo del personaje femenino, una reparación respecto a las historias tradicionales, donde la mujer no solía pasar de sujeto pasivo en las historias. Por último, quiero destacar que aunque La joven durmiente y el huso es literatura juvenil y es ideal para esos chicos que queremos aficionar a la lectura, perfectamente puede orientarse también al adulto, quien puede pasar una confortable horita en el sofá dejando volar la imaginación. Carlos Cruz (1 de abril de 2015)
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