A Ramiro de Maeztu le tocó en gracia vivir uno de los momentos más delicados de la Historia de España. La pérdida de Cuba y Filipinas supuso un duro golpe a todos los niveles. De aquella experiencia surgieron innumerables diagnósticos, casi todos pesimistas, sobre la enfermedad que España venía arrastrando desde hacía muchas décadas. En este sentido, sobresalen –y se aprecian- el pensamiento lúcido de hombres como Maeztu, que supieron tratar la cuestión de España –era el tema de su vida- no desde el cinismo, sino desde el afecto sincero hacia su país. Sus escritos instan a no quedarse en la palabra estéril, sino que llama a la acción, a abonar la tierra con nueva savia, a vivificar la raíz de esa vieja, milenaria encina.
Este libro se compone de una cuidada selección de artículos desde la juventud hasta la madurez del autor. Esta circunstancia tiene un valor especial, teniendo en cuenta que el propio Maeztu relegó al olvido su producción anterior a 1916, fecha que él tenía como de su conversión. Una conversión, como explicaba su propia hermana, no a la manera que se entiende vulgarmente, sino de la conversión en su auténtico, etimológico sentido, la del hombre que encuentra, al fin, su camino.