Todo viaje es una búsqueda de algo. Quizá la vida del ser humano sobre la tierra es una permanente búsqueda, y nuestra razón de ser reside en el hecho de buscar. Diríase que a veces ni conocemos el objeto de nuestra búsqueda: él mismo acaba revelándose en el camino. Algo parecido le ocurre al risueño protagonista de esta historia: tiene una misión que cumplir, aunque no sabe exactamente cuál es. Pero en la búsqueda de esa misión está cumpliéndola sin saberlo. Incluso el amor y la amistad acechan en el camino. Atravesar el Bosque de Por Siempre jamás hasta la Cuenca Alevosa, pasando por el Valle de la Venganza… hasta más allá de la Montaña Malevolente y el Valle de las Lágrimas —más tarde Lago del Amor— demuestra que la fortuna, hasta cuando está a favor, es aficionada a gastar bromas…