Franz Kafka dijo en cierta ocasión que “un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros”, descripción que encaja con la novela de Shriver, porque así suenan las aseveraciones que lanza la autora, a través de la pluma de Eva, como hachazos. Escrito a modo epistolar, las cartas que Eva escribe a Franklin, marido y padre de Kevin, son testimonio crudo y real de la sociedad actual. En ellas, Eva destripa, sin concesiones, muchos mitos vigentes, desde el incondicional amor materno hacía el hijo, que tanto se da por hecho, y que, en realidad, se construye a base de no pocos sacrificios –en ciertos momentos aparecen ideas feministas en el texto-, hasta el papel de la educación y, lo más importante, la forma en que el individuo crece en una sociedad donde, hasta lo más mínimo, se construye en base a una fachada de ostentación y de falsa riqueza y seguridad. Tomando como muestra los sucesos en los que se vieron implicados los “chicos de Columbine” –nombre tomado por la autora para designar a los protagonistas de las matanzas en institutos-, el escrito de Lionel se convierte, más que en una novela, en una incisiva crítica sobre aspectos relacionados con la política, sociedad, educación…, dirigida a la clase media estadounidense, pero aplicable en muchas otras zonas del mundo y a buena parte de la población, al estilo “Estúpidos hombres blancos”, de Michael Moore. Excelente.
hace 12 años