Después de Thomas Pynchon, no me había ocurrido nada igual Tengo la impresión de que la literatura de Germán Sierra está destinada a paladares exquisitos siendo el mío demasiado tosco. O para cerebros privilegiados siendo el mío tan solo ordinario. Standards es un frenesí imparable, un ejercicio incalificable (para cerebros ordinarios, al menos) capaz de causar antes un ataque epiléptico que el aplauso de este modesto lector. Lamento que toda esa energía narrativa que algunos llaman talento, en este caso brutal, no se canalizase hacia fines más, cómo expresarlo?, digeribles, eso, hacia fines más digeribles.
hace 7 años