Mendoza escribió esta novela por entregas para El País, si no me equivoco, con motivo de las Olimpiadas. Tiene un toque guasón, buen ritmo y la lees con una sonrisa en los labios... bueno, una sonrisa salvo cuando sueltas alguna que otra carcajada porque hay golpes memorables. Es una lástima que en las contraportadas de los libros se digan más cosas de las que se debería. Yo en este caso no la leí con lo que me topé con un par de situaciones inesperadas que me hicieron llorar de risa. En fin... un buen libro para un día gris,... y también para uno con sol, ¡qué caramba!
hace 8 años