Ayoola tiene un serio problema con sus novios: cuando se cansa de ellos, cuando le decepcionan, o a veces sin motivo aparente, los mata. Ya lleva tres, lo cual la convierte, en cierta manera, en una asesina en serie. La única que lo sabe es su hermana Korede, que movida por un amor fraternal cada vez más en el alambre, ha ayudado a Ayoola a eliminar pistas, cubrir sus pasos y, en definitiva, evitar que se descubra que aquellas misteriosas desapariciones de hombres jóvenes que se están produciendo en Lagos llevan su marca letal. Por si la situación no fuera suficientemente complicada, Korede contempla horrorizada cómo su hermana empieza a salir con el hombre de sus sueños –el médico del hospital en que trabaja como enfermera–, por lo que deberá replantearse su rol de cómplice, si no quiere que este triángulo amoroso termine en un baño de sangre. A partir de estas dos hermanas peculiares, con personalidades opuestas y maneras muy distintas de integrarse en la jerarquía social –Korede representa el esfuerzo, el control, el respeto a las normas; Ayoola es anárquica, visceral, irresponsable, pero libre–, Oyinkan Braithwaite ha construido una trama negra tanto en su sentido del humor como en su vibrante desarrollo a la manera de thriller, situado en una Nigeria de principios de siglo XXI tan dinámica como peligrosa en este momento de cambios económicos y demográficos de la nueva África. Un magnífico debut en la novela en el que, con una prosa afilada y un ritmo embriagador, la joven escritora desliza agudas reflexiones sobre el poder de la consanguinidad, las relaciones tóxicas y las posibilidades reales de comprensión y convivencia pacífica entre mujeres y hombres.