Albert Hofmann es el científico que descubrió casi por casualidad el LSD mientras investigaba las propiedades curativas del cornezuelo de centeno en los laboratorios de la compañia Sandoz, en Basilea. Es por ello el auténtico padre de la controvertida dietilamida del ácido lisérgico, la droga psicodélica más difundida en las décadas de 1960 y 1970. Esta historia es el testimonio de un legado problemático que sirvió para ampliar hasta horizontes insospechados los límites de la conciencia y dio lugar a un fenómeno social conocido como la "cultura de la droga". Las prometedoras aplicaciones terapéuticas en el campo de la psiquiatría fueron ensombrecidas desde sus inicios por la implacable cruzada prohibicionista. Hoy la fuerza de la razón fundada en inapelables investigaciones científicas alumbra un renovado interés por sus usos y utilidades clínicas, lo cual acrecienta el valor y perdurabilidad de esta obra. Hofmann nos cuenta sus experiencias con el LSD y otras drogas psicotrópicas, su relación con escritores y psicólogos dedicados a investigar las fronteras de la percepción; y no olvida hacer un balance crítico y autorizado tanto de los efectos nocivos del abuso de alucinógenos como de su aplicación positiva en la ciencia.