Uno de mis más vívidos recuerdos de infancia es una proyección de La Guerra de los Mundos (la versión de 1953) a principios de los años 80s, durante una fiesta por el Día del Niño que organizó una agrupación de jóvenes del barrio. Esta fiesta era un clásico anual y todos los años veíamos en Super 8 las mismas películas de Disney, Cupido Motorizado y alguna otra (eran las mismas películas que veíamos en las kermesses escolares por lo que supongo que no habría mucha variedad de títulos). Recuerdo como si fuera hoy el terror que me dió esa película y a mi hermano llorando a los gritos, al igual que varios de los chicos que nos acompañaban. Como soy muy ansiosa, terminé con todas las piernas arañadas y las uñas comidas. Finalmente terminó la película, prendieron las luces y aquí nada ha pasado. Chupetines gratis para todos.
Revisionar la película en la adultez me devolvió un poco la fascinación, y aunque entendí por qué me había aterrorizado, también descubrí que no era para tanto. No voy ni siquiera a dedicarle un párrafo a la versión de 2005 porque no lo merece.
Cuando empecé a leer esta novela después de muchos años en la lista de lecturas pendientes volví a sentir mucho del terror de mi infancia, aunque ahora en forma mucho más tangible. Los marcianos son más terribles y amenazadores que en cualquier versión en fílmico y las escenas de carnicería, hambruna y otros desastres no son aptas para niños. La lectura se me hizo compulsiva- y me volví a comer todas las uñas.
El final pierde impacto por lo conocido, pero creo con sinceridad que he leído uno de los mejores libros de ciencia ficción que existen y uno de los mejores que he leído este año. Imagino que en la fecha de su publicación habrá causado un impacto tremendo y no me deja de sorprender la habilidad narrativa de Wells y su increíble inventiva.
Lamentablemente 15 años después de su publicación los horrores de la guerra real habrán disminuido el impacto de este gran libro, pero es el mejor comienzo que pudo haber tenido la literatura de invasiones extraterrestres.
hace 7 años
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