“Pocas figuras del largo arribo hispano a América han generado tanta literatura como Lope de Aguirre, y quizá en ningún caso esta literatura ha revestido tintes tan sombríos. Cortés, Alvarado o Pizarro tienen admiradores y detractores, que a menudo (conocido fenómeno de mixed feelings) son ambas cosas a un tiempo, y si son sólo la segunda, rara vez niegan a tales personajes cierto margen de áspera grandeza; otros, a veces menos conocidos, como Ojeda o Balboa, suelen despertar principalmente simpatía; sólo en torno a Lope de Aguirre se ha concitado una especie de horrorizado asombro universal, que únicamente en el siglo XX se ha entreverado de clara reivindicación del personaje, en algún caso (Otero Silva) con evidente anacronismo irredentista, sin duda, por lo demás, consciente de serlo… A todas luces, Southey -que cita y demuestra conocer buena parte de esta bibliografía- se propone, y lo consigue con gran éxito, conciliar tres fuentes distintas: las crónicas y testimonios coetáneos de Aguirre, de bárbara y agreste grandeza, los historiadores latinos -quizá ante todo Tácito, más en la intención moral, desde luego, que en el estilo- y el positivismo historiográfico británico… Lo descomunal y hasta monstruoso de la historia relatada posee acentos de tragedia shakespeariana, pero la impecable ejecución estilística de Southey lo nivela y atempera todo…”