Calculo treinta añitos, ¡quién los tuviera! Y lo cierto es que está para comérselo y no dejar ni los huesos. No pude evitarlo, estaba hipnotizada con el vaivén y lo seguí por curiosidad. Los dos íbamos a embarcar, ¿qué más daba que me estuviera recreando con su culito prieto y los músculos que adivi...