Me temo que mis expectativas con este libro eran demasiado altas. Me gusta cómo está planteado, como una mezcla de historias, por un lado el testimonio real de Vladek Spiegelman, un judío polaco y sus terribles vivencias durante el nazismo; por otro la difícil relación con su hijo Art, probablemente debido a lo vivido en los campos de concentración. El recurso simbólico de dibujar los personajes como animales también me ha gustado, los ratones judíos, gatos alemanes, cerdos polacos, perros norteamericanos, etc. Es innegable que tiene un gran valor testimonial, no deja de ser una tragedia contada por uno de los supervivientes a través de su hijo. Reconozco que es un buen libro, pero no me parece la obra maestra de la que tantas críticas excelentes había leído. No me ha cautivado, no es de los libros sobre el holocausto que más me ha llegado ni gustado, incluso a ratos se me ha hecho pesada su lectura. De todos modos me alegro de haberlo leído, es una novela gráfica interesante y que da pie a muchas reflexiones.
hace 8 meses