Entre los años 1925 y 1930 Lampedusa mantuvo una nutrida y jocosa correspondencia con sus primos, Casimiro y Lucio Piccolo, en la que describió sus viajes por Europa: descubrió la «belleza mítica» de París, la sutil «bondad» de la «admirada» Londres y la enigmática y «perversa fascinación» de Berlín...