Los tres principales partidos eurocomunistas oscilan entre la tentación socialdemócrata -reducción de la vía democrática al socialismo a simple reformismo socialdemócrata- y la voluntad de crear las condiciones de una alternativa socialista a la crisis del capitalismo. Los tres anuncian la democratización interna, pero no se deciden a archivar el centralismo antidemocrático. Los tres dicen haber superado su pasado estaliniano, pero siguen retrocediendo ante el esclarecimiento total de la verdad histórica.
El eurocomunismo contiene la posibilidad y la esperanza de una superación -en el capitalismo maduro- de la crisis general del movimiento comunista. Pero también puede ser su canto de cisne. Incertidumbre que no debe preocupar sólo a los comunistas, sino a todas las fuerzas que se sitúan en la perspectiva socialista, porque sin los comunistas es tan problemático concebir la transición socialista en Occidente como sin los socialistas.
Si la práctica del eurocomunismo desmiente sus promesas y si el socialismo no supera el reformismo socialdemócrata, el capitalismo podrá restablecerse una vez más, y por toda una etapa de imprevisible duración se cerrará de nuevo el camino al socialismo en Europa. Camino angosto, difícil, rodeado de peligros: sería iluso negarlo. Pero camino posible, que debe intentarse. Porque la única alternativa al socialismo sigue siendo la barbarie.