«¿Acaso es mi profesión de psiquiatra, mi predilección por lo íntimo o mi interés por la psicología de las emociones lo que me atrae hacia la pintura? No sabría decirlo, pero me gustaría iniciar al lector en esta experiencia y sus beneficios: situarse ante un cuadro, guardar silencio, permitir que la pintura te hable, te posea… En este libro vamos a reflexionar y meditar juntos a partir de veinticinco cuadros: veinticinco imágenes que encarnan los rostros, las formas y los gestos de la felicidad; veinticinco lecciones que proponen avanzar en el camino que conduce a una vida más feliz. Y es que la felicidad se puede aprender.»