Una noche, el sujeto de hormigón que es Florín recibe un soplo sutil: un sentimiento. Irene... o Imelda, por ahí, es delgada y limpia, dulce pero obstinada, de voz casi pueril. Pero oculta un fondo helado y compacto. Florin se ve sometido por ese alma acerada agazapada tras una mirada azul. Se mover...