Las Fábulas de Grassa Toro retoman esa reflexión y proponen una aplicación de la literatura y de la moral que le interesan (y nos interesan). Los textos de las fábulas son bellos: por su sonoridad, por la precisión de las palabras y de las imágenes a un tiempo elegidas y sugeridas. Y la moral es una moral que se adentra en los recovecos de la soledad del individuo, de su búsqueda de la felicidad, del poder, de la necesidad de hacer algo con el tiempo que vivimos. Las ilustra Meritxell Duran con una tremenda capacidad para indagar en la sensibilidad humana y una maravillosa capacidad de síntesis visual, todo ello mezclado con la intuición de alguien que sabe muy bien lo que quiere contar.