Resumen

Tras el asesinato de una adolescente hispana, se vio a un misterioso hombre con una chaqueta de cuero negra merodeando cerca de la escena del crimen. Y Tessa Novak, periodista de investigación, lo tiene en su punto de mira como posible culpable. Ese hombre es Julian Darcangelo: un agente del FBI encubierto, trabajando mano a mano con el Departamento de Policía de Denver, que va tras la huella de un asesino que se dedica a la trata de blancas. Pero se acaba de topar con un importante obstáculo, y es que las acusaciones de Tessa podrían poner en peligro su tapadera, así que la quiere fuera de la investigación.

Y del mismo modo que Tessa ha hecho de Julian el blanco de sus sospechas, ahora ella se ha convertido en el blanco del asesino. Y mientras a ambos no les queda más remedio que confiar el uno en el otro, su mutua atracción se incrementa con la misma intensidad que lo hace el ansia del asesino por verlos muertos.

1 Críticas de los lectores

6

Una novela completamente adictiva; esa mezcla de romance y thriller, junto a la fluida pluma de Pamela Clare, hace que casi sea imposible despegarse de sus páginas. Esta segunda entrega me gustó más que la primera en cuanto a la trama policial, pero con lo que no logré enganchar nunca fue con sus personajes principales, o mejor dicho, con la relación de ellos. Por un lado tenemos a Tessa, una periodista de investigación, que si bien nació y vivió su infancia en la extrema pobreza y con un entorno familiar bastante desarticulado, logró salir adelante y en la actualidad oculta sus orígenes a su círculo laboral. Por otro lado tenemos a Julián Darcangelo, un agente especial del FBI, también con un pasado bastante oscuro y con duras cargas tanto en lo personal como laboral, que vive exclusivamente para atrapar al líder de un imperio de tráfico sexual que por años se le ha escapado por los pelos. Sólo por estar en el lugar y momento menos oportuno, Tessa es testigo del asesinato de una adolescente, experiencia que le hace abocarse a investigar qué hay detrás del suceso y, por ende, cruzarse a cada rato con Julián. Como los intereses policiales y periodísticos normalmente no van de la mano, los conflictos no tardan en aparecer. Y es a partir de ahí que el personaje de Tessa me empieza a caer cada vez más mal, actuando como una niña malcriada e insistiendo en meter las narices en un caso que escapa a su comprensión, poniéndose en peligro constantemente y obstaculizando la investigación de Julián. También me molestó su doble estándar, acusando a la policía de no cumplir a rajatabla ciertos procedimientos, cuando ella se saltaba todos para avanzar en su artículo. Y a pesar de todo eso, la relación comienza. De verdad no podía entender cuando Julián aducía a ciertas características de Tessa (que yo no ví por ninguna parte) para justificar sus sentimientos: ¿valentía? (vive muerta de miedo y llorando por los pasillos), ¿astucia? (en sus deducciones andaba más perdida que una hormiga solitaria) y ¿ternura? (sólo habían discutido). A ver, igual quiero aclarar que me gustan mucho los personajes complejos, con esa dualidad tan propia del ser humano, pero no que me los vendan como íconos de valores al llegar a las últimas páginas, sin que el lector pueda establecer cuando ocurrió la mágica transformación.

hace 7 años