La autora refleja a la perfección la época, transmitiéndosela al lector con muchísima realidad. Se agradece el cambio del telón de fondo de la acción, ampliando mucho el escenario de la serie, llevándolo a exóticos parajes y mostrando nuevas visiones de un mundo donde los dragones existen y son tratados de muy diferentes maneras. Sin embargo, hay que reconocer que el largo viaje por mar se hace demasiado lento, falto de ritmo en la parte central del libro, cuando se deja un tanto de lado la aventura. No obstante, Temerario es quien va empapándose de todo lo que ve y de lo que le enseñan, ampliando su forma de entender las cosas y enfrentándose con nuevas maneras que harán a Laurence temer por su vínculo. El final, al contrario que ocurriera en la primera entrega, no está del todo cerrado, dejando a los protagonistas solucionando de sorprendente manera el problema chino, con un largo camino por delante todavía por recorrer.
hace 3 años