Se le llama ‘ojo de halcón’ a una tecnología que se ha generalizado en los grandes torneos de tenis para dilucidar con exactitud aquello que escapa al ojo humano. Desde las alturas, el halcón es capaz de captar los pequeños detalles y percibirlos con asombrosa nitidez, mientras que a ras de suelo no posee más agudeza visual que muchos otros animales. De un modo semejante escudriña el filósofo el mundo que le rodea: no es que vea más que los demás porque sí, sino que desarrolla una especial sensibilidad para conciliar la perspectiva de lo concreto con la perspectiva de lo general. La filosofía es cambiar de plano, detectar aspectos singulares de la realidad y dotarlos de mayor significado al pensarlos en su contexto. En este original ensayo, Manuel Cruz echa mano de esta metodología de enfoque para interpretar situaciones de la vida cotidiana, de nuestra condición de seres humanos, de las dinámicas sociales, de los avatares políticos y de la lectura que realizan de los sucesos públicos el periodismo y las redes sociales, siempre con un ojo puesto en el caso particular y otro en una escala más amplia: la cultura, la historia y la experiencia vital.