¿Es lícito y ético organizar la convivencia mundial en torno a la seguridad de las sociedades que se sienten amenazadas? El derecho a la propia seguridad ha desplazado el resto de los derechos a un muy segundo plano. Inseguridad e incertidumbre son compañeros de nuestra vida diaria. En ese caldo de cultivo nace la ideología de la seguridad. Hay que localizar los campos en que surge y comprender que la alternativa a la inseguridad no es la huida alocada a una siempre insuficiente seguridad, sino la construcción de una comunidad libre y justa. No son salidas ni el poder político-militar ni el económico, incluso las alternativas asistenciales tienen sus limitaciones. La seguridad vendrá de la mano de la diversidad cultural, la tolerancia y el respeto de los derechos humanos (y en ello pueden jugar un papel no pequeño las religiones). Paradójicamente es la inseguridad vivida como revelación de la fuerza del débil y como horizonte la que permitirá superar la tentación de los totalitarismos securizantes actuales.