Resumen

El deseo de vivir para siempre o la esperanza de ganar la vida eterna son pensamientos comunes a casi cualquier habitante de este planeta. La pregunta «¿por qué morimos?» ha estado ahí desde el albor de nuestra especie. Bien entrado el siglo XXI, el materialismo tecnológico que se disfruta en los países desarrollados convive sin demasiadas fricciones con el auge de religiones y nuevas creencias por todo el orbe. ¿Tiene sentido, por tanto, la búsqueda científica de la inmortalidad? ¿Hay algo de cierto en lo que pregonan las creencias con las que el género humano ha logrado una especie de respuesta compartida a estas cuestiones?