No es una novela a la usanza, es… la vida misma. Con momentos altos y bajos, con problemas, con discusiones, con frustraciones, pero también con un amor tan profundo que les permite sobreponerse a todo. Su historia nos afecta tanto porque son Tatiana y Alexander, dos personajes con los que hemos sufrido más de lo indecible, y que hemos llegado a querer demasiado. Debo reconocer que abordé la lectura con bastante cautela, porque había leído muchos comentarios repudiando principalmente algunas acciones de Alexander. Claramente él no es un angelito, yo lo tengo calzado desde la primera novela, pero, como en todo matrimonio, las culpas siempre son compartidas.
Paullina Simons demuestra una vez más una sensibilidad apabullante al momento de traspasarnos los sentimientos y emociones de ambos personajes. Creo que pocos autores logran influir tanto en mi estado anímico, incluso cuando no estoy leyendo. Por lo mismo, cuando llegaba ya a las últimas páginas, tenía una terrible sensación de pérdida por estar terminando esta maravillosa trilogía. Son pocas las veces (y esta ha sido una de ellas) en que tenido que esperar 2 o 3 días antes de poder comenzar con otra lectura.
Esta última entrega es realmente conmovedora y, aunque la acción tarda un poco en arrancar, tiene muy merecida mi nota máxima.
hace 8 años
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