Con El fantasma de la Ópera, Gaston Leroux se desmarcó de sus coetáneos al escribir una novela más propia del Romanticismo que de las tendencias literarias de comienzos del siglo XX. Si bien pasó desapercibida en su época, las adaptaciones cinematográficas y sobre todo, el exitoso musical de Broadway, han convertido al Fantasma de Leroux en parte de la cultura popular. Yo, que conocía la existencia del personaje pero no su historia, no dudé cuando vi este libro y lo añadí a mi listado de lecturas inminentes. Y aunque el planteamiento de la novela es uno de esos que engancha, acabó decepcionándome.
El fantasma de la Ópera se desarrolla casi enteramente en la Ópera de París, un escenario dibujado de forma tétrica por el autor, lleno de pasadizos y secretos casi siempre desagradables, tan bien descrito que consigue la inmersión del lector en la trama desde las primeras páginas. Además, el estilo de falso documental empleado por Gaston Leroux, entremezclando a personajes reales con ficticios y haciendo alusión a los diarios de la época dota a la historia de gran verosimilitud. Los personajes asimismo son carismáticos por lo general, destacando sobre todos ellos el Fantasma, que ha servido de inspiración a muchos otros autores (clara en el caso de Alan Moore y su icónico V).
La novela cuenta pues con todos los ingredientes para ser memorable, pero termina por desaprovechar la ocasión. El marco tétrico en el que podía haber acontecido una trama brillante acaba encerrando un argumento soso, poco sorpresivo y que llega a hacer aguas; los personajes que a lo largo de la obra nos han mantenido pegados a sus páginas ven como su potencial acaba diluyéndose incomprensiblemente (pongo de nuevo por ejemplo al Fantasma, reducido a un resumen descafeinado de los sentimientos que emocionaban en boca del monstruo de Frankenstein ).
Terminé el libro por tanto con la sensación de quien se lamenta por una oportunidad perdida. La incertidumbre inicial, las referencias operísticas, el estilo cuidado auguraban una novela de gran calidad que al volver las páginas fue poco más que entretenida. Aunque también, tal y como comentaba al principio de esta reseña, origen de la figura inmortal en la que se ha convertido el fantasma de la Ópera. Y se mire por donde se mire, eso es meritorio, qué duda cabe...
hace 4 años
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