La edición tradicional se basa en una cadena que une de manera sucesiva y escalonada a los creadores, los intermediarios —sean estos editores, distribuidores, libreros o bibliotecarios— y los lectores o usuarios. Esa concatenación casi ancestral, que supeditaba la recepción de los contenidos a los oficios de la intermediación —la puesta en página del editor, la impresión del impresor, la venta del librero o el préstamo del bibliotecario—, está sufriendo una modificación radical, porque los nuevos medios de producción y generación digital de contenidos ponen en manos de los creadores las herramientas para generar, distribuir y manipular o consultar los contenidos sin la participación obligatoria de agentes ajenos a ese proceso, de manera individual o colectiva, consintiendo o no explotaciones derivadas mediante nuevos tipos de licencias que entienden mejor el ecosistema de la web, asumiendo o no que la libre circulación de las ideas haciendo uso de los nuevos soportes y redes de comunicación es la divisa de nuestro tiempo. Todo eso y mucho más —el cambio radical de las maneras de crear, difundir y consumir los contenidos, simultánea y conjuntamente— representa un nuevo tipo de edición, la Edición 2.0.