El Código Da Vinci sigue la exitosa fórmula de Dan Brown, presentándose como un thriller de ficción interesante que utiliza el simbolismo religioso y el arte renacentista para mantener un ritmo frenético. Al igual que en su predecesor, la trama es ágil y logra capturar la atención del lector mediante una gincana intelectual por París y Londres. Sin embargo, en esta entrega la sensación de "más de lo mismo" es evidente; el autor repite esquemas narrativos, como la figura del villano oculto entre los aparentes aliados, un recurso que, aunque efectivo para el suspense, resulta previsible para quienes ya conocen su estilo. En cuanto a la verosimilitud, el libro vuelve a caminar por la cuerda floja. Si bien el desarrollo engancha, algunos elementos rozan lo fantástico, especialmente por la desmesurada facilidad que otorga contar con el apoyo de un multimillonario que pone a disposición de los protagonistas recursos casi ilimitados (aviones privados, tecnología punta y mansiones). A esto se suma la obcecación casi caricaturesca del policía a cargo de la investigación, cuya fijación ciega con Robert Langdon fuerza la trama hacia situaciones límite que, a veces, desafían la lógica del lector más exigente. Finalmente, Aunque el libro se esfuerza por parecer documentado, las licencias que se toma con la historia del cristianismo y la obra de Leonardo son vastas. Es un libro ideal para disfrutar de una lectura rápida y llena de giros, siempre y cuando se acepte que su prioridad es el espectáculo narrativo por encima de la coherencia interna o el rigor histórico.
hace 1 día
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