A Ramón Pérez Carrasco desde siempre le han llamado Monchón. Lo lógico hubiera sido, quizá, llamarle por su diminutivo, pero sus 130 kilos de peso le aumentaron el mote desde el colegio hasta hoy. Monchón es gordo y rebelde, trabaja como crítico gastronómico y a veces querría desaparecer pero no pue...