Aun aceptando la deuda innegable que tiene para con su maestro, François Roustang, alumno y en algún tiempo colaborador de Lacan, realiza en este ensayo una crítica radical del pensamiento y del método del fundador de la Escuela freudiana de París. Es indudable el rigor de Lacan –nos dice su antiguo alumno–, pero ese rigor descansa en una sistematización de equívocos. Su método abunda en saltos de razonamientos, asimilaciones intempestivas y extrapolaciones de términos. El destino es un callejón sin salida.