exlibris
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Resumen

No es fácil olvidar a alguien como Pietro Galli. Y, si lo haces, él se encargará de recordártelo con una carcajada sucia, un puro encendido y alguna historia que huele a sangre, callejón y derrota.

“Grillo” no es un thriller, ni solo una confesión. Es el rugido amargo de una vida vivida al límite, narrada desde una residencia geriátrica por un anciano grotesco, mordaz y lleno de heridas mal cerradas. Entre cigarros y lapsos de memoria, el protagonista escupe su historia sin filtros: Roma, Nueva York, Chicago… una existencia marcada por el crimen, el abandono y un humor tan negro como su alma.

Pero detrás del sarcasmo y la violencia, hay una ternura insospechada. Porque Grillo no se justifica, pero tampoco se esconde. Y en su forma brutal de contarse hay más que en muchos discursos pulidos.

Si te atreves a entrar en su cabeza, prepárate: aquí no hay héroes, ni redención. Solo un tipo pequeño con una voz enorme que no está dispuesto a morirse sin soltarlo todo.

1 Críticas de los lectores

Un gánster diminuto, una voz enorme y una vida contada sin filtros. Si te atreves a escuchar a Grillo… no podrás olvidarlo.

En esta cuarta novela, Emilio R. Pérez parece haberse propuesto romper todos los tabúes de lo políticamente correcto y mantenernos durante todo el libro bailando entre el asombro absoluto y la carcajada. Cuenta el autor en el prólogo que la figura del protagonista le fraguó en la cabeza y que no pudo desembarazarse de ella. Finalmente accedió a darle vida, pero el personaje no quiso amoldarse: se hizo el amo con prepotencia y lo apartó a él. A lo máximo que llegó el escritor fue a ponerle un interlocutor que, de algún modo, lo equilibrase.

Pietro Galli, alias Grillo, llega a la residencia de los Ángeles Custodios una tarde de tormenta. Lo trae un chófer vestido de librea en un cochazo. La sorpresa llega cuando se apea: fedora de ala corta ligeramente ladeado, gabardina tres cuartos, traje y corbata, zapatos relucientes, un habano colgando de la comisura… Mide metro veinte: un Bogart a escala de muñeco. Y lo que podría generar hilaridad resulta que da más miedo que risa. Un gánster de los de antes que solo tenía tres cosas grandes: el cerebro, la pistola y…

A sus 89 años ha decidido que, antes de morirse, debe contar su historia a alguien, y escoge a un celador algo timorato al que va relatando, con un estilo muy particular, su vida en el hampa, primero en Italia y después en Nueva York y Chicago. Será Grillo quien marque el ritmo de la narración, usando su portentosa voz de barítono —algo inesperado dada su pequeña anatomía— para controlar la inflexión, atraparte, hacerte partícipe de la tragedia, inflamando la llama del suspense. Y no será una historia apta para corazones sensibles, porque va a ser contada sin adulterar, con toda la crudeza; porque Galli se niega a pintar de colores pastel sus vivencias. El receptor del relato, hombre decente donde los haya, se siente escandalizado y abrumado por las confesiones del anciano, pero también absolutamente fascinado, tanto que enseguida sabe que de esas grabaciones debe salir un libro.

Y en ese libro, el que nos ocupa, Pietro Galli. Grillo, se alternan los pasajes nacidos de la voz de Grillo —su pasado narrado a quemarropa— con las explicaciones y apreciaciones del narrador en el presente. Dos estilos claramente diferenciados. Grillo utiliza un verbo directo, mordaz, rápido como una ráfaga de ametralladora, irónico, sarcástico, plagado de juegos de palabras y lenguaje soez. El narrador sin nombre, más calmado y correcto, intenta, sin mucho éxito, devolvernos a la cordura, a la sensatez; pero es que el pequeño hampón nos tiene bien cogidos, totalmente impresionados, con ganas de saber más y más: de ver cómo se las arregla para salir de los atolladeros, de descubrir cómo la venganza fría toma el mando cuando se hace necesario, de averiguar qué nuevo enemigo le espera a la vuelta de la esquina.

Es una novela redonda, plagada de personajes carismáticos y muy bien plasmados: banqueros, mafiosos, policías y prostitutas por un lado; enfermeras, médicos, celadores o directores de residencia por el otro. Un libro donde los escenarios se retratan con tal riqueza de detalles que el lector se traslada a ellos sin darse cuenta, y en el que los sentimientos laten bajo una costra de hierro. Porque, aunque Grillo jamás admitirá haber amado a su esposa ni a los amigos que perdió, cada frase que evita, cada broma cruel y cada arrebato de furia revelan lo contrario. Su negativa a pronunciar la palabra “amor” no es falta de emoción, sino incapacidad para exponer la herida.

Emilio R. Pérez consigue narrar esa contradicción sin sentimentalismos: la dureza no tapa el sentimiento, lo delimita. Y cuando Grillo recuerda, aunque lo haga entre improperios o humor negro, uno entiende que la violencia no fue solo un camino, sino también un escudo para no enfrentarse a lo que más temía perder. Esa tensión entre lo que se dice y lo que se calla es, quizá, lo que vuelve al personaje inolvidable.

En definitiva, Pietro Galli. Grillo es una novela feroz y vibrante donde un gánster diminuto, lleno de heridas y arrogancia, te atrapa con una vida narrada a quemarropa, brutal y, al mismo tiempo, sorprendentemente humana, capaz de agarrarte desde la primera frase y no soltarte hasta el final; donde la crudeza, el humor y la vulnerabilidad se entrelazan para dejar una huella difícil de borrar. (Inma Muñoz, 24 de noviembre de 2025)

hace 1 semana