Una historia entrañable, narrada a través de la mirada de una niña, mediante la cual se nos muestra lo cruda y a la vez valerosa que puede ser la vida -los niños, en ocasiones son los que dan lecciones a los mayores-. A lo largo de las vivencias de Scout -así se conoce a la niña- con su familia y vecinos, somos testigos de lo que es dejar de ser niño y de la importancia de una buena educación -es decir libre de prejuicios, de doble moral y de métodos caducos-. Asimismo, uno de los momentos más destacables de la lectura, en mi opinión, son los capítulos destinados a relatar el proceso judicial, incluidos algunos momentos anteriores y posteriores. En esos capítulos la autora sabe plasmar perfectamente la esencia de la justicia, esto es, que en la teoria se pretende equitativa -aunque hubiesen leyes que favoreciesen más a los blancos-, pero en la práctica es contradictoria, imperfecta, y no exenta de influencias externas, producto de la educación, costumbres... interiorizadas en la misma sociedad que le toca juzgar.
hace 12 años
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