Personalmente me gustó mucho el uso de los signos, No respetar la regla de la mayúscula e insertarla luego de la coma, No dividir el texto en capítulos, La inexistencia del párrafo, y por lo mismo, el párrafo no se separa del dialogo y ni los mismos diálogos con guiones largos.
Y por aquello, por no tener interrupciones ni sobresaltos, Para mi, fue como un tobogán, Blanco como la leche. Uno parte, indiferente, luego es ciego y cae, muy muy rápido en las pulsiones básicas de los personajes.
Entonces, duele reflejarse en lo oscuro de los demás, (por lo tanto no es para sentirse cómodos) y se nos olvida que el relato no es el de una sociedad distinta a la nuestra, ni siquiera distinta a nosotros mismos. Es el ojo mirando hacia adentro.
hace 8 años
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