“Soñar bajo el agua” es el debut de la autora británica Libby Page. Kate Mathews es una periodista que reside en Brixton, un barrio de Londres, y pasa sus días entre el piso que comparte con personas a las que apenas conoce y su trabajo en el periódico local. Un día, Phil, su jefe y director del periódico, le entrega un folleto fotocopiado en el que se hace evidente un mensaje escrito a mano y una elaboración bastante rudimentaria. El folleto habla del posible cierra de la Piscina Brockwell, unas instalaciones municipales con piscina descubierta, única en el barrio. Phil encargar a Kate un artículo que trate el suceso con un enfoque humano. En su investigación Kate conocerá a Rosemary, una anciana de 86 años, autora del folleto y para la que la piscina representa toda una vida. Rosemary vive a escasos metros de donde se encuentra la piscina desde que se casó con George. Allí tiene sus recuerdos de juventud, nadar en tiempos de guerra, bajo la lluvia, o junto a George son los mejores momentos de su existencia. Además, dentro del agua su cuerpo no acusa la edad, se vuelve ligero y su alma es libre. Ante lo que parecía un trabajo periodístico del montón, Kate encontrará un nuevo sentido a su vida, y gracias a Rosemary conocerá a otros vecinos de la zona, Hope, antigua bibliotecaria y compañera de trabajo de Rosemary, Frank y Jermaine, propietarios de una librería de segunda mano, Ellis, el frutero, Ahmed, el recepcionista de la piscina y así una larga lista. Todos ellos, otros vecinos y residentes asiduos a la piscina, se sumarán a la causa por salvar a la Piscina Brockwell de la especulación inmobiliaria, que amenaza con convertirla en un club privado. Los personajes de esta novela se hacen querer casi de inmediato, especialmente Rosemary, de la que se va conociendo detalles de su vida pasada alternativamente al desarrollo de la trama principal. Pese a su edad, es el molino que mueve al resto, el “alma” de la causa hasta el final. Adorable, Rosemary. Una lectura de capítulos cortos, ligera y entrañable. Es el tipo de historia que provoca más de una sonrisa, alimenta la esperanza y, en este caso, las ganas de zambullirse en el agua. (Dolors Martínez, 20 de septiembre de 2018).
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