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SATIN ISLAND MCCARTHY, TOM

Nota media 6,5 Bueno 2 votos 1 críticas

Resumen

Un «antropólogo empresarial», recibe el encargo de escribir el Gran Informe, un documento etnográfico integral capaz de resumir nuestra era. Sin embargo, a cada vuelta, el protagonista de Satin Island se siente abrumado por la ubicuidad de los datos, perdido en procesos de carga, deambulando entre multitud de apariciones, deseoso de que éstas se plasmen en símbolos susceptibles de ser traducidos a algún medio textual coherente. Cuando comienza a valorar la posibilidad de un Gran Informe sin forma definida, rezumante de plasma, se ve asaltado por ensoñaciones de un paisaje citadino apocalíptico.
Satin Island captura nuestra manera de experimentar el mundo, nuestros esfuerzos para dotarlo de sentido (o tan sólo para permanecer despiertos) y discernir esa narrativa que denominamos vida.

1 críticas de los lectores

6

Lo que sorprende inicialmente en esta obra es su disposición formal: se desarrollan 14 capítulos, cada uno con numerosos subapartados numerados como si fuera un informe o un paper. En síntesis, McCarthy narra la rutina de un “antropólogo corporativo” (3.2), reclutado por un enigmático y todopoderoso ente empresarial (“La Compañía”, 5.5), que tiene asignado un trabajo (también misterioso y oscuro) que gira alrededor al insondable “Proyecto Koob-Sassen” (12.4), cuyos alcances nunca son develados coherentemente. En suma, el personaje principal tiene la menuda tarea de redactar el denominado “Gran Informe” (6.9). Al lector desprevenido, “Satin Island” puede resultar aburrido, por su forma esquematizada (que puede resultar forzada), la afluencia (sin tapujos) del lenguaje propio de las ciencias sociales. Peor aún si el discurso antropológico resulta ajeno o presuntuoso. A lo largo de las páginas, resulta evidente una gran admiración de la obra “Tristes trópicos” del antropólogo francés Lévi-Strauss. Asimismo, en muchas de sus páginas, se repasan muchas de las corrientes antropológicas de manera didáctica, aunque también ácida. McCarthy propone el concepto de “antropología del presente” (7.10) como justificación filosófica y científica para dar forma al “Gran Informe”, aunque su definición puede resultar tan etérea como la composición misma de ese documento. Sería muy fácil decir que es una crítica a la sociedad consumista. Pero la novela va más allá: en realidad, es una bofetada contra el libertinaje de los medios de comunicación contemporáneos (sobre todo los audiovisuales) y, sobre todo, contra las redes sociales, específicamente la calidad de los contenidos que se postean (fake news). En muchos de los apartados, se describe cómo los celulares arruinan las relaciones con los demás al interrumpir y “conectar” hacia un entorno ajeno al real. Las deudas a la literatura kafkiana son innumerables, empezando por la denominación del personaje principal, “U”. Este antropólogo refleja, en cierta medida, la despersonalización de los trabajadores en las grandes compañías... así como la sinrazón de su propia labor. En el caso de U., un profesional sobrecapacitado para su puesto, orientado a hacer informes y dossiers banales y nimios. Si bien es reconocido por sus superiores, U. no está completamente seguro si dichos comentarios son reales o irónicos. Cabe destacar que el logo de La Compañía es la torre de Babel, una figura recurrente en Kafka y que aparece de manera explícita en el cuento “El escudo de la ciudad”. La obra es la radiografía de la caída de U.: al comienzo acepta el proyecto con los brazos abiertos, se convence que es necesario profundizar en este y racionaliza sus beneficios, pero luego recula, sospecha y quiere sabotearlo internamente, pero al final cede y entra en un profundo cuadro de indiferencia y pasividad. Eso, al menos, hasta el capítulo 12. Esto también refleja cómo U. amó a la antropología desde pequeño y en el camino se perdió, vendiendo sus ideales ante las comodidades, los halagos, la vida social, los continuos viajes. En todo caso, el tema queda irresoluble. ¿Por qué 6 estrellas? El capítulo 13 resulta ser un completo desastre. El fetichismo kafkiano no funciona para narrar la surrealista estadía italiana de Madison, que trata de combinar (de manera fallida) los pasajes terroríficos de “En la colonia penitenciaria” y la pesadumbre de “Un artista del trapecio”. Del mismo modo, el capítulo final no termina nunca de convencer (no se encuentra el sentido de la relación entre la onírica Satin Island de U. y el vertedero de Fresh Kills en Staten Island). Estos dos capítulos resultan demasiado desconectados de todo lo escrito anteriormente.

hace 5 años