Immerse in Debank’s crypto platform, delivering cutting-edge insights into the market. Analyze data, track assets, and make informed decisions effortlessly with Debank rabby wallet phantom wallet martianwallet login

LA TRABAJADORA NAVARRO, ELVIRA

Nota media 2,67 Pésimo 3 votos 3 críticas

Resumen

Elisa corrige libros para un gran grupo editorial que retrasa los pagos durante meses. La precariedad económica la obliga a compartir piso con una extraña mujer sin pasado. Un asfixiante silencio sobre lo que concierne al trabajo y a la vida de esta insólita inquilina lleva a Elisa a obsesionarse por saber quién es la persona que convive con ella. Sus preguntas obtienen por toda respuesta una serie de ficciones con las que su compañera de piso sabotea cualquier posibilidad de que alguien la conozca, o al menos eso es lo que cree Elisa, quien no concibe que la locura sea un lugar desde el que construirse voluntariamente. En estas páginas la enfermedad acaba por ofrecerse como signo de la normalidad. Tras su lectura surge la inevitable cuestión de si en un escenario como el actual, donde los proyectos comunes parecen haberse desvanecido, es posible vivir fuera de lo patológico y contar algo que no sea patología.

3 críticas de los lectores

2

Un rollazo, que no tiene pies ni cabeza, no me ha interesado ni la historia de Susana ni la de Elisa. Ni lo acabé.

hace 6 años

Leí recientemente un par de novelas de Albert Cossery y en ellas sus personajes aspiraban a no tener nada, a no atarse a ninguna ambición, a ningún sueño de autorrealización personal. Un libro como este de Elvira Navarro (Huelva, 1978), va precisamente en la dirección contraria. Aquí sus personajes y la inmensa mayoría de los que aparecen en las novelas de los escritores españoles de unos cuarenta años, buscan progresar, medrar, alcanzar una estabilidad, triunfar y si no lo consiguen se frustran, patalean, lloriquean, se deprimen, se trastornan, así Elisa, así Susana. La segunda quiere que le coman el coño un día de luna llena que tenga la regla. Así comienza el libro, lo cual de entrada ya repelerá y atraerá a los lectores a partes iguales. O no. El sexo bizarro da paso a los devaneos, neuras y trastornos mentales de dos mujeres que lidian con su día a día como pueden; una, Elisa, buscando algo de estabilidad en su trabajo como correctora externa en una editorial, ante la perspectiva de un ERE que la ponga de patitas en la calle, cobrando mal y tarde, y la otra, Susana trabajando como teleoperadora, realizando en su tiempo libre collages, que llamen la atención de alguna galería que la lance al estrellato. Entre medias, mucho recorrido por Madrid, no la ciudad que uno recorre desde la azotea de un autobús turístico, sino esos barrios periféricos, que Elisa recorre como una forense urbanística. No siendo de Madrid, estos deambulares de Elisa no me dicen nada y me recuerda también a cierta geografía urbanística que asomaba en Ejército enemigo de Olmos. En el libro, y dado los tiempos que corren, internet está muy presente, tal que al llegar al hogar los personajes ven si tienen mensajes en sus correos, en sus muros de Facebook, buscan cualquier información sobre cualquier persona en la red, buscando el rastro de antiguos compañeros de colegio o instituto (como también hacía el protagonista de Divorcio en el aire), o localizan un local merced a Gogle Street View o habla acerca de la influencia o papel (nulo) que los blogs literarios tienen en la venta de libros, según refiere la jefa de Elisa, lo cual me lleva de nuevo a Olmos a y su Alabanza, donde su protagonista, a la sazón escritor, se pasaba más tiempo siguiendo el rastreo de lo que se decía de su libro en las redes sociales, que escribiendo. Me ha gustado más la primera parte, la de Fabio, más aguda y filosa, que todo lo que lo sucede, donde todo se va a apagando poco a poco hasta el postrero OFF. No porque la cámara que registra los encuentros de Elisa se quede sin batería, sino porque la historia, con curación mediante o no, para mí languidece sin remisión desde que Elisa y Susana comparten techo y preocupaciones, y entonces, cualquier interés hacia la novela, se ve centrifugado hacia otros territorios, hacia otros pensamientos. La trabajadora me ha gustado algo más que La ciudad feliz, pero no sé si lo suficiente como para acometer su inminente Los últimos días de Adelaida García Morales.

hace 7 años
5

No me ha interesado el relato en ningún momento. No acabé de sintoniozar con los disturbios mentales de las dos protagonistas; si era algo metafórico no lo entendí. No me puedo abstraer de todo lo dicho para poder juzgar si esta novelista me gusta como escribe o no.

hace 8 años