César tiene que ir a identificar el cadáver de la mujer a la que ha amado apasionadamente. Ella se había ido hacía poco tiempo a algún lugar desconocido, dejándolo solo con Héctor, el hijo de ambos. Ella era artista, se llamaba Paz. Era radiante, inquieta e increíblemente hábil. Se estaba ahogando en Europa y ahora había sido hallada muerta en una playa de Arabia. Por su hijo, a quien le debe la verdad sobre su madre, César ha de remontarse a los inicios de su amor -su encuentro, el debut y la ascensión de Paz en el mundo del arte, el nacimiento de su hijo- e intenta entender las razones que precipitaron su final.