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EL PAÍS DE LA BRUMA DOYLE, SIR ARTHUR CONAN

Nota media 5 Regular 1 voto 1 críticas

Resumen

Arthur Conan Doyle (1859-1930) no sólo fue extraordinario narrador de historias populares, fue también un apasionado y reincidente defensor del espiritismo al que dedicó una docena de libros y folletos entre 1918 (The New Revelation) y 1926 (The History of Spiritualism). El asunto espiritista es abordado también por él en una de sus últimas novelas, El país de la bruma (The Land of Mist, 1926), que es también la última de la serie dedicada al profesor Challenger, serie menos frecuentada que la de Sherlock Holmes, pero a la que pertenecen joyas de la literatura fantástica como La zona ponzoñosa o El mundo perdido. El país de la bruma es un relato bastante menos novelesco que sus otras compañeras de serie, pero, aunque apenas si aparezca en él el desmesurado y aventurero Challenger (sustituido por una hija suya y un bienintencionado periodista) y resulte a veces demasiado visible el propósito apologético de nuestro novelista, será leído con interés por los numerosos seguidores de Conan Doyle y los aún más numerosos devotos de lo secreto, lo invisible y lo fantasmal.

1 críticas de los lectores

Con el País de la bruma Conan Doyle nos regala una obra menor, encuadrada en la serie de uno de sus personajes más célebres, el doctor Challenger. Fue una de sus últimas novelas (1926, cuatro años de su muerte), y se escribió cuando el asunto espiritista —Conan Doyle era un ferviente defensor de médiums, hadas y espíritus— le absorbía el interés. Y eso es quizás el mayor lastre de la novela: la evidente apología del espiritismo que se pretendía en El país de la bruma. La trama y el argumento, que siguen a dos periodistas que se enfrentan a varios casos que les van convenciendo de la realidad espiritista, y que tiene su culmen en la conversión del escéptico y totémico doctor Challenger, están totalmente supeditadas a ese fin, y pierde ritmo y calidad «novelesca».
Pero no deja de ser una novela de Conan Doyle, con la más que sobrada capacidad fabulativa y discursiva del autor de Sherlock Holmes, leyéndose, por tanto, con agrado, y con más especial interés por aquellos a quienes el espiritismo y las artes ocultas llaman la atención. (Carlos Cruz, 25 de noviembre de 2015)

hace 8 años