Esta novela escrita a dos manos se compone de bastantes capítulos cortos y con constantes saltos en el tiempo. No existe una sola trama ni un protagonista principal, aunque al final los diversos personajes acabaran entrelazados entré sí. ¿Qué es lo que los une? Pues ni más ni menos, que dos libros antiguos que han pasado por numerosas manos y cuyo enigma solo tiene una finalidad: la libertad de los hombres. Entre los personajes de la novela destaca Jim Morrison, el que fuera vocalista del grupo de rock The Doors, famoso en los años 60 y que murió a los 27 años víctima de sus adicciones. El retrato que los autores hacen de él no se aparta en absoluto de lo que fue su vida y su final. Otra de las protagonistas, Jacqueline Morceau, es una joven pintora norteamericana (personaje de ficción), que acude a París, en la época actual, para exponer sus cuadros, encontrándose con la desagradable sorpresa de que, en su presencia, un desconocido se quita la vida en la Catedral de Notre-Dame, simulando un asesinato para inculparla. Ante el peligro que eso supone se verá obligada a huir. Perseguida por la justicia, decide investigar por su cuenta para encontrar respuestas a una situación que no entiende. Sus pesquisas la llevan al cementerio de Père Lachaise, donde se encuentran enterrados famosos personajes, como el mismo Jim Morrison, Chopin, Oscar Wilde, María Callas, Catalina de Médicis y Nostradamus entre otros, lo cuál es aprovechado para introducirnos breves retazos de la vida de estas personalidades en algunos capítulos del libro. El lugar dónde se desarrolla casi la totalidad de la trama es, una muy bien descrita, París, lo que quizá sea el mayor atractivo de la novela. Siempre es un placer descubrir nuevos rincones de la ciudad de la luz y dar un paseo, aunque sea literario, por sus calles. (L.O.C.)
hace 10 años