Escrita en 1ª persona, el autor pormenoriza los pensamientos y las vivencias del estrafalario protagonista, un insomne que además, por si fuera poco, es obsesivo y con adiciones mórbidas. Es una narración con apariencia inconexa, febril y caótica (en realidad todo lo contrario), con frecuentes saltos de tiempo y lugar; una discontinuidad de la línea temporal que obedece según se precisa los recuerdos, reflexiones, divagaciones, emociones y actos. La naturaleza argumental está confeccionada en dualidades: vida-muerte, salud-enfermedad, bien-mal, libertad- violencia, amor-sexo, realidad-ficción, vigilia-sueño, salvación-condenación, éxito- frustración.
El fondo de la ideología, con matices de desorden, anarquía, inconformismo y rebeldía, es uno de los asuntos más atractivos de la novela. Por el texto se precipita una gran corriente crítica contra el capitalismo y el consumismo; donde la juventud, una generación maldita sin revolución o crisis, está abocada a ir a la deriva por la vida. Se está llegando a un estado peligroso de adocenamiento, los instintos primarios desaparecen y hay indiferencia ante la existencia, pues todo gira en pos de la autosuperación con el único gran objetivo: el dinero.
La otra figura principal, el visionario Tyler Durden (gurú, genio, mito o loco), propugna seguir un ideario compuesto por aforismos, envueltos en una capa de violencia y radicalismo. Su mensaje libertario y apocalíptico (contradictoriamente tiene simbolismos y evocaciones religiosas: iluminación, mesianismo, bautismo, sacrificio, etc.) es la autodestrucción: una bajada a los infiernos (interno y externo) en cuyo camino hay renuncias, dolor, muerte y un cambio de valores junto con la forma de pensar.
Es la típica lectura que podrá gustar o no, pero que no deja indiferente.
hace 5 años
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