La poesía de Vallejo, la de Trilce especialmente, todavía hoy nos produce desconcierto y asombro. En una carta a su amigo A. Orrego, al poco de publicarse la obra, le dice Vallejo: Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo...